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jueves, 3 de febrero de 2011

UNA MIRADA VIVA DE OJOS MUERTOS (PARTE 3).

"Nosotros te entendemos, entendemos tu dolor y conocemos la razón por la que vienes, no creas que sólo te ha llamado a ti, nos ha llamado a todos nosotros, a todos nos ha abrazado y llenado de todo su amor. Todos sufríamos los dolores del alma y él nos ha aliviado, cumpliendo nuestros deseos".
Todos los que están bailando paran al escucharse un crujir enorme, como madera que se parte ante el inclemente fuego, un sonido crudo que seguía acompañado de una voz que no envidiaba la fuerza del relámpago.
 De entre el fuego una sombra se asoma, es grande, y para cubrirse obliga a la flama a crecer para ocultarse con ella.
Todos entonces agachan las cabezas en señal de respeto, incluso la mujer, quien, aun sin saber qué es lo que está pasando, siente un alivio sublime en el momento que la sombra aparece, incluso comienza a rezar plegarias destinadas al culpable de todo su dolor.
De la flama sale una mano, blanca como las nubes en los días soleados. La mano, una mano que está fría aunque sale de una llama monumental, toca la barbilla de la mujer, que ahora está llena de unas lágrimas gruesas, que al caer al suelo ya están congeladas. La mano levanta la cara de la mujer, y con una voz que ahora suena tierna y llena de amor pregunta: "¿Qué es lo que te hace sufrir? ¿Qué es lo que deseas?"