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martes, 9 de noviembre de 2010

...Y SE MURIÓ DE ABURRIMIENTO

Era peculiar (y vaya, que eso viniendo de él era cosa rara)  que Jesús Urreta husmeara en los sueños de los demás, no porque no pudiera, sino porque le parecía de un terrible gusto andarse metiendo en las cabezas para averiguar asuntos que en lo más mínimo le importaban. A veces, sin embargo, el aburrimiento llegaba, y ni sus numerosos libros o sus costosos videojuegos lograban captar la atención. Lo que pasa es que finalmente no sería el único en leer ese libro o jugar el mismo juego que estaba jugando. Sin embargo, cuando un famoso escritor de novela fue a dar una conferencia sobre su nuevo libro a su universidad, y lo hacía entrando al auditorio, con esas mesitas de madera pintadas en un arrogante azul que, con excepción de estos días, lloraban su soledad, se internaba pues en el sitio y con una camisa de tela corriente, en la que reconocía el emblema de la saga Star Wars, y se acercaba a saludar a cuantos presentes le daban la bienvenida. Muchos, a decir verdad, nada más iban por que se les presentaba la oportunidad de faltar a clases, y esas oportunidades se abrazan como un novio celoso abraza a su pareja: con fuerza asfixiante.
Para Jesús, sin embargo, era un buen momento para ver si la hechicería, que hizo una mañana por mero hobby mientras su novia se arreglaba el cabello, funcionaba.
Dirigió su mirada hacia el hombre de los ojos profundos y risa quieta, puso sus dedos sobre sus propias sienes (¿no es algo que se hace siempre que se quiere entrar en la mente de alguien?) y esperó a que algo pasara mientras los demás lo veían como si fuera loco. Se enfadó de tener las manos levantadas, pero, cuando finalmente las bajó, lo vio, a un hombre cabalgando mientras disparaba plomo hacia atrás, donde unos bandidos arrastraban por el piso a un joven inocente que lloraba amargas oraciones, de ésas que se hacen cuando se quiere alcanzar el perdón, pues la salvación se ve inalcanzable. El vaquero, adornado por una gabardina de cuero, tan sucia y descocida que jamás se creería que lleva apenas dos meses con ella, dispara en forma tan certera que de un solo disparo mata a un villano y libera al inocente, después, con una pirueta que raya en lo inverosímil, mata a los demás, quedando a solas con el hombre a quien besa cariñosamente en los labios.
Le pareció un sueño enteramente divertido, pero jamás volvería a meterse en una mente ajena.
Esa promesa duró hasta el día en que se encontró con el compositor y líder de una de sus bandas favoritas, y en él percibió melodías e imágenes tan raras como una guitarra tocada por un pegaso de manos humanas.
Lo  hizo con un cineasta para ver escenas de su próxima película (espérela).
Pero tal vez sea la primera ocasión en que sus botezos como de animal le hagan notar lo aburrido que está, y por eso, por aburrimiento, está listo para ver nuevamente qué es lo que se encuentra en las mentes ajenas.
Se suponía que debía encontrar a sus amigos en una cafetería, pero, como primero debió ir al centro comercial a hacer un pago, llegó mucho más temprano de lo que debería, tanto así que ya llevaba una hora ahí y aún faltaba una más para que ellos llegaran.
Le pareció bien, entonces, hurgar en los sueños de la dama de a lado, pero en ella simplemente observó la aburrida relación con sus padres y la que tenía con su novio; a futuro, imaginaba estar casada con él, tener un buen trabajo, familia e hijos. Después vio al señor que cobraba, y en él, vio una imagen con su hijo, jugaban fútbol, él crecía, terminaba la carrera, se casaba, tenía buen trabajo, una casa y un hijo.
Pensó que ya estaba bueno de adultos, y dirigió su atención a un niño, quien soñaba que era escogido por un importante equipo de fútbol, conocía a una mujer con la que se casaba, y debido a que ya tenía un trabajo bien pagado, compraba una mansión y tenía un hijo. Fue entonces con una joven dark, quien imaginaba que todos quienes le han hecho daño morían de forma cruel, y le llenó de alegría ver que ella no soñaba lo mismo que los demás, pero vio todo eso como una etapa, al final..., adivinaron: trabajó, casa, casarse, hijos.
Salió corriendo del café, esperando a alguien con sueños diferentes, pero sólo encontró versiones del mismo sueño, por donde quiera que buscara, pues tenía fe en la gente, pero  su fe se fue al caño.
Una hora después, encontrándose en el lugar citado los amigos de Jesús, y sin avistamiento de él, se acercaron unos  paramédicos preguntando por los camaradas de Jesús Urreta (pues él, cuando aún hablaba, les dijo que ahí los encontrarían), ellos contestaron que lo eran, que lo conocían desde hace años. Los servidores públicos dieron la noticia de la desafortunada muerte de Jesús, y cuando uno de ellos preguntó, con lágrimas honestas y diáfanas, cuál era la causa de la muerte, los paramédicos contestaron.
-No sabemos cómo, pero su amigo murió de aburrimiento.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Impacta ese final señor Lenks! Hay algo en la construcción de esta historia que aún no soy capaz de dilucidar! Algo diferente, algo que usted hizo de más o de menos, pero que viene a dar otra cara de su forma de escribir! Será así o sólo soy yo? Saludos!

DUKE dijo...

ese tipo de gente que tiende indefinidamente a la inercia, al mismo fin, a esa practica indudable de gastarse como si hubiese repeticiones, no tiene espiritu, lo pense gracias a este cuento. esto de carecer de espiritu no es un decir fortuito, tengo las razones, mi punto de apoyo es q esa gente vive, como lo dice heidegger, en estado de interpretado. ademas, no hace falta meterse a sus cabezas, basta con cinco minutos con ellos en una fila.

Lotard Lenks dijo...

Pues me alegra saber que a uno de ustedes le hice reflexionar. me alegra también de haberme diferenciado de mí mismo.